¿Qué fue lo que me dijo?
Que hay dos clases de dirigentes, que mi interlocutor asimilaba a entrenadores de fútbol.
En la primera están los que no hacen nada, pero como los equipos de fútbol que dirigen tienen jugadores de tanta calidad, los resultados son siempre buenos. Unas veces conquistan los trofeos y otras no, pero siempre están arriba sea quien sea su entrenador. El papel del entrenador en este caso es facilitar que sus estrellas jueguen como quieran.
En la segunda están los entrenadores que imponen su personalidad a la del club y, gracias a ello, transforman la manera de jugar del equipo y le llevan a conseguir trofeos. Y, sobre todo, cambian radicalmente la mentalidad de sus jugadores haciéndoles creer que pueden llegar a lo más alto.
Cuando alcanzó este punto, mi amigo me dijo poniendo bastante entusiasmo en sus palabras:
–Por si te vale, el mejor ejemplo de este último tipo de dirigentes es en la actualidad el de Simeone, entrenador del Atlético de Madrid. Fíjate en él y verás cómo descubres competencias directivas evidentes.
¿Serán las palabras de mi amigo motivo suficiente como para que me anime a ver algún encuentro de fútbol?
No lo creo, pero como sé que esta página tiene lectores que son aficionados a ese deporte, pueden seguirlo con la misma pasión de siempre y, además, aprendiendo a distinguir estilos directivos observando la actuación de los entrenadores.
¿Tendrá razón mi amigo?